domingo, 8 de marzo de 2009

Una oportunidad más: Cuando la vida gira 180 grados

Todo comenzó en el año de 1989, en un día domingo soleado. Un día que tenía que ser tan hermoso porque estaría con la familia, donde disfrutaría de todo y todos, de cada momento, pero algo sucedió...

Al transportarme hacia el lugar de reunión, al subirme a una camioneta pick-up, me golpee la cabeza fuertemente.

Seguí mi camino aparentemente normal, al cabo de dos horas mi vista se nublo, tenía mucho sueño. No resistía el sueño, me dormí de repente y cuando desperté estaba siendo atendida por un medico que urgentemente me había inyectado un medicamento que hiciera que saliera de la convulsión.

Todos pensaron incluso yo que solo había sido un desmayo por el mismo golpe.

Seguimos con la reunión todos actuaron normal. Yo me sentía un poco confusa, pero aparentemente bien.

Cuando llego la noche me fui a dormir acompañada de mi esposo, en la madrugada fui al baño y ahí caí desmayada ; como tarde en salir, mi esposo fue a verme y estaba sin conocimiento, me llevo de inmediato a urgencias del hospital ISSSTE Distrito Federal.

Se inicio todo un torbellino en mi vida, a partir de ese momento, yo no sabía qué era lo que pasaba, que sentía, era todo obscuro, me lastimaba cualquier rayo de luz, creí que estaba quedándome ciega, me dolía tan intensamente la cabeza, todo era confusión. Pensaba: "...estoy muriendo, no soporto este dolor".

Yo no supe mas, pero ahora sé que estuve tantos días hospitalizada, siendo sujeta a estudios tras estudios, el diagnostico había sido: hemorragia cerebral, mis ojos no soportaban la luz porque los nervios ópticos se me habían volteado, todo se iba complicando, pero no moría, ahí seguía resistiéndome, pero sin saber quién era o porque lo hacía.

Me cuentan que me congelaban mi cabeza para dormirla y evitar dolor, me mantenían dormida con diazepam todo el tiempo, no abría los ojos porque era intolerante el dolor, me mantenían drogada con medicamentos sumamente fuertes para evitar el dolor, además de hidrocortisona para estar desinflamando la hemorragia.

Después de muchos días me llevaron a mi casa, donde mi esposo me atendía con todo lo necesario antes de irse a trabajar. Me tenía que dejar dormida, casi todo el día, por instrucciones médicas y no se generara ninguna complicación.

Todo para él era tan difícil porque no podía dejar de trabajar para poder mantener mi situación de incapacitada.

Así permanecí casi un año, sin saber nada de lo que sucedía a mi alrededor, no sentía, ni pensaba, ni sabía que transcurría el tiempo, solo dormía y dormía.

Era tan difícil para mi esposo, tenía que estar pendiente de todo, pendiente de sí mismo para no decaer, porque no quería que yo muriera, pero ahí continuaba en la lucha contra mi problema.

Después de todo ese tiempo, aparentemente empezó a cambiar un poco mí, los médicos decían que ya todo estaba pasando, ya empezaría con mi recuperación.

Empecé por abrir poco a poco los ojos, disminuía el dolor, empecé a razonar, a recordar, creíamos que todo estaría pasando que solo había sido una mala jugada de la vida.

Pero solo pasaron un par de meses cuando de la nada surgió otro problema tan terrible que ahí si creyeron que sería el fin.

Empecé por no poder dormir y pasaban los días, eso empezaba a alterarme tanto no solo a mí sino a todos de nueva cuenta.

Seguían pasando los días y yo sin dormir en lo absoluto, empecé con temblores de la mandíbula, manos, obviamente quería estar acostada todo el día porque ansiaba dormir, pero no podía, mis ojos se fueron poniendo fijos, no parpadeaba, no reacciona, era terrible, estaba muriendo poco a poco, sin siquiera yo provocarlo, eso sucedía conforme transcurría el tiempo….de la nada.

Lógicamente, no comía, no me bañaba, no me arreglaba, no hablaba solo mi boca temblaba, mis manos, ya no conocía a nadie, me hablaban y yo no ni siquiera podía mover los ojos, no sabía que me estaba pasando, nadie sabía. Solo se veía como iba consumiendo en la nada. Me llevaron a tantos especialistas, curanderos, brujos y no había curación, al contrario cada día era peor.

Volví a perder la noción del tiempo, de la gente, de mi misma. Era terrible para los que me rodeaban, no para mí porque no me enteraba de nada, estaba perdida en el vacío, me estaba muriendo y no podía hacer nada en contra.

Un día decididamente una de mis hermanas, su esposo y el mío deciden como último recurso, llevarme a un hospital psiquiátrico.

Así lo hicieron y en el camino íbamos en dos coches yo con mi esposo, y ella con el suyo y en el camino en la carretera, dicen que yo abrí mi puerta y me baje, afortunadamente mi esposo iba muy despacio, caí, y me eche a correr mientras ellos se estacionaron.

Corría como caballo desbocado, sin control, sin saber que hacía, sin remedio.

Pensaron: "ya se volvió loca, morirá..."

Me subieron al auto con dificultad y llegamos al psiquiátrico, dicen que me atendió el director de ese hospital le contaron todo lo que había pasado y ya con esa información de inmediato, el doctor le dijo a mi esposo: gracias a dios llegaron a tiempo, su esposa ha dejado de producir la sustancia catecolamina que produce el cerebro para lograr el equilibrio en nuestros estados de ánimo del cuerpo, ha caído en la peor de las depresiones y si no es atendida …..morirá.

Ese medico me salvo la vida, de inmediato me inyectaron medicamentos especiales para generarme esa sustancia, y recomendó no dejarme sola porque podría matarme o dejarme morir mientras reaccionaba al tratamiento.

Con esas instrucciones fui llevada a mi casa y con todos los cuidados de mis familiares muy lentamente, fui saliendo de esta.

Pasaron muchos días en que yo pudiera dormir, pudiera recordar quién era nuevamente, pudiera reconocer a los seres que me habían salvado mi vida.

Tuve que hacer tantas cosas para salir de ese trance, tomar medicamentos, terapias, etc. Hasta que fuimos logrando sacarme de ese hoyo negro, del que nunca hubiera salido sin la ayuda de un psiquiatra y de mis seres amados que nunca me abandonaron.

Ese hoyo negro, que ahora se que se llama depresión, y que es una enfermedad tan terrible que nos puede matar.

Tardo mucho tiempo en que yo volviera a reaccionar correctamente, mi ojos empezaron a ver la luz del día con gratitud, empecé a dormir noches completas, naci nuevamente.

De verdad sentía que era otra persona que había renacido, ni yo creía que estaba viva.

Todo había sucedido por un golpe en la cabeza.

Además después de haber sobrevivido a este gran suceso, me sucedió la mejor bendición de mi segunda vida, tener una hija, el regalo más bello de dios. Ahora estoy viva plenamente viva¡¡¡¡¡¡ Viviendo feliz , agradecida cada día por ello.

Disfrutando de mi vida, valorando todos y cada uno de mis momentos, amando intensamente a mi familia, a mi hija y por sobre todas las cosas a mi amado esposo que en todo momento estuvo conmigo.

Así es que esta historia de mi vida se las comparto para que tengan mucho cuidado de atender los golpes en la cabeza y las depresiones.

No lo dejen pasar; cualquier detalle raro en nuestras vidas o accidentes hay que atenderlos de inmediato.

1 comentario:

Anónimo dijo...

que bueno que compartes los testimonios de tus pacientes!!
no es que a una le guste el chisme, que la verdad si! y mucho!
es que siempre motiva saber que siempre hay una luz, que hay parejas solidarias que se apoyan...
siempre es bueno saber, que hay problemas mayores, que se sufrieron y se superaron...
muy buena cosa el compartir tanta experiencia!!!
un abrazo